Opinión

El Sur mira al Este: una arquitectura multipolar que se construye a trazo firme

El Sur mira al Este: una arquitectura multipolar que se construye a trazo firme

El presidente chino Xi Jinping habla en la ceremonia de apertura del Foro -CELAC, 13 de mayo de 2025Florence Lo / Gettyimages.ru


no en la dependencia y las amenazas de castigo.

Florence Lo / Gettyimages.ru

una ruta distinta, sin tutelajes ni imposiciones.

con consecuencias devastadoras.

representa una decisión estratégica de reposicionamiento. Colombia, históricamente alineada con el imperialismo estadounidense, comienza a buscar otras coordenadas. Bajo el gobierno de , el país ha sostenido una política exterior independiente, señalando el papel de Occidente en la destrucción del derecho internacional, denunciando el uso político del fenómeno migratorio y alzando la voz sobre Palestina o Ucrania, incluso cuando eso supone romper con los consensos impuestos por el relato occidental.

Lo que se expresó en Pekín no es un simple encuentro multilateral. Es la manifestación de un tiempo nuevo. Un tiempo en que el Sur Global comienza a mirarse a sí mismo con dignidad.

Ahora bien, el escenario no es homogéneo. Las relaciones bilaterales entre los países latinoamericanos y China revelan una geografía en disputa. ha profundizado su papel como socio estratégico, con una diplomacia que conjuga intereses comunes y visión compartida del multilateralismo.

, por su parte, avanza en consolidar su vínculo a través del comercio de minerales estratégicos y transferencia tecnológica. Venezuela, asediada y sancionada, mantiene una relación sólida y valiente con el gigante asiático, basada en el principio de soberanía. En cambio, Argentina —bajo un gobierno que repite los manuales de privatización y despojo ya conocidos— decidió no participar plenamente en la cumbre ni firmar la Declaración de Pekín. Un gesto que no pasa desapercibido y que marca un nuevo retroceso grave en la nación suramericana, también en su política exterior. Por su parte, Costa Rica asistió, pero rechazó un párrafo clave del documento final: aquel que condena las sanciones unilaterales y defiende el derecho de los pueblos a decidir su modelo político sin amenazas externas. Su no adhesión, argumentado con vaguedades, es una señal clara del sometimiento que aún persiste a los intereses de Washington, que ha hecho del castigo económico una forma de neocolonialismo.

El caso de México merece un análisis distinto. Desde la firma del Tratado de Libre Comercio en 1994, el país ha sido absorbido por el mercado estadounidense. Hoy, bajo el marco del T-MEC, la dependencia es estructural. Pero no es solo una cuestión de macroeconomía. La frontera con Estados Unidos es una herida abierta. Un territorio donde el racismo se administra desde las aduanas, donde la pobreza se gestiona con muros, y donde la soberanía se diluye entre tratados y amenazas. Un caldo de cultivo también para los grupos al margen de la ley que son usados como excusa para una intervención constante del vecino del norte en el territorio soberano de su vecino del sur.

China apoya la lucha de América Latina por defender su soberanía e independencia

En este especial contexto, como afirma el dicho popular “tan lejos de dios, tan cerca de los Estados Unidos”, México ha optado por una relación pragmática con China, pero sin asumir un liderazgo regional en el proceso de ruptura con el viejo orden. La frontera marca demasiados límites, pero la historia sigue adelante y los gobiernos populares de la Cuarta Transformación son muy conscientes de ello.

En ese sentido, podemos afirmar que lo que se expresó en Pekín no es un simple encuentro multilateral. Es la manifestación de un tiempo nuevo. Un tiempo en que el Sur Global comienza a mirarse a sí mismo con dignidad. Donde las alianzas no se construyen desde la obediencia, sino desde la convicción de que otras relaciones internacionales no solo son necesarias, sino que son posibles.

Frente al chantaje del dólar, frente a los bombardeos narrativos de los grandes medios, frente a la diplomacia de las bases militares, los pueblos han empezado a construir una nueva arquitectura internacional. Y en esa arquitectura, el Foro Celac-China es uno de los pilares fundacionales. No se trata solo de equilibrio geopolítico. Se trata de justicia histórica. De romper el guion. De escribir, por fin, con letra propia, el destino de los pueblos.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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